Por Hernán Álvarez (@hbalvarez)
Ahí están los dos fundidos en un abrazo. Son los líderes de un equipo que escribió con honores el que parecía el último capítulo. Será al menos el penúltimo de Argentina en la Copa del Mundo de Fútbol Rusia 2018. Es la foto del día. Javier Mascherano y Lionel Messi. Uno capitán por personalidad, actitud, “polenta”, como se dice en Argentina. Sin cinta. El otro por talento, calidad extraordinaria, inconsciencia al ejecutar partituras casi perfectas. Con cinta. Ambos son santafesinos.
Mira lo mejor del partido:
El seleccionador albiceleste, Jorge Sampaoli, también comprovinciano (de Casilda para más datos) determinó que cinco de los 11 titulares en el triunfo 2-1 ante Nigeria sean de Santa Fe: Franco Armani, también casildense, Ever Banega (Rosario), Ángel Di María (Rosario), Messi (más rosarino que Newell’s) y Mascherano (de la ciudad de San Lorenzo). De la provincia invencible llegó el 45% del equipo. El resto provenía de Capital Federal (Nicolás Otamendi), Buenos Aires (Marcos Rojo, Nicolás Tagliafico), Chubut (Gabriel Mercado), Mendoza (Enzo Pérez) y hasta Francia (Gonzalo Higuaín nació en Brest ya que su padre jugaba allí en 1987). Los rosarinos Nahuel Guzmán, Cristian Ansaldi y Giovani Lo Celso completan la delegación santafesina que es la primera minoría en el plantel.
No es casual que ocho de los 23 argentinos y el entrenador sean nacidos en territorio santafesino. Santa Fe, y en particular la ciudad de Rosario, tiene una tradición futbolística que supera con holgura los 100 años. Aquí llegaron los británicos en la segunda mitad del siglo XIX a construir la red ferroviaria. Con su arribo también llegó el fútbol. El Club Atlético Rosario Central se fundó en 1889, 10 años antes que el híper famoso Fútbol Club Barcelona. El Club Atlético Newell’s Old Boys nació formalmente en 1903, sólo un año después del multi ganador Real Madrid Club de Fútbol.
El sur santafesino es tierra fértil, corazón de la Pampa Húmeda, zona privilegiada en el mundo por sus condiciones edafológicas y climáticas. La soja, el maíz, el trigo tienen un contexto ideal para su cultivo. En este entorno surgieron y surgen una gran parte de los futbolistas argentinos que triunfaron y triunfan en el exterior.
El aporte a la Selección argentina comenzó hace más de 100 años con el canalla Harry Hayes y el rojinegro Julio Libonatti que jugaron para el combinado gaucho en la década del ’10 del siglo XIX. Siguió con César Menotti (DT del equipo campeón en Argentina 1978), Gabriel Batistuta, Bernabé Ferreyra, Amadeo Carrizo, René Pontoni, Roberto Sensini, Jorge Griffa, Vicente de la Mata. La lista es interminable. En el grupo que ganó el título en el ’78 hubo dos santafesinos: Leopoldo Luque y Daniel Killer. En el de 1986, ocho: Nery Pumpido, Héctor Zelada, Néstor Clausen, Ricardo Giusti, Marcelo Trobbiani, Sergio Almirón, Jorge Valdano y Pedro Pasculli.
El Jefecito y Lio son el último eslabón de una cadena que arrancó hace más de 120 años. No es nada extraño. Brotaron de una tradición centenaria que se destaca en el mundo.
Hernán Álvarez es profesor de la Universidad Abierta Interamericana de Argentina (UAI), Rosario, Argentina.
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