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Campeón de la alegría

Por Andrés Puerta

Colombia debería ser campeona del mundo porque necesita una alegría. Después de las elecciones presidenciales está latente el temor de que se acabe con el avance logrado en el acuerdo de paz con la guerrilla de las FARC, la gente viene golpeada por una campaña electoral marcada por la polarización.

El fútbol es una pasión colectiva con una notable capacidad de unión, tanto que en el año 2005 logró parar una guerra. Costa de Marfil era un país que llevaba cuatro años desangrado por una confrontación civil. Después de lograr, por primera vez en su historia, la clasificación al Mundial, Didier Drogbá, recordado por sus hazañas en Europa, sabía que todos estaban viendo la transmisión por televisión. En un momento, paró la celebración y se ubicó frente a la cámara. Sabía que habían clasificado con un equipo étnicamente diverso, se arrodilló y le pidió a los ciudadanos que se perdonaran y que organizaran unas elecciones libres, su mensaje fue escuchado y los dos bandos decretaron un cese al fuego.

Durante muchos años, en el deporte de Colombia, únicamente se conjugaba un extraño verbo que solo existe en la creatividad de la cultura popular: el casiganar. Los ciudadanos se aferraban al consuelo de quien está resignado a la derrota, decían que siempre “nos faltaban cinco centavitos para el peso”, la mayor victoria deportiva había sido un empate. Fue 4-4, contra la Unión Soviética, en el Mundial de Chile 1962. Como no se había ganado nada en materia deportiva, había que aferrarse a esa anécdota, que incluía el decorado de que el arquero Soviético era un mito al que llamaban la Araña Negra y que en ese partido el barranquillero Marcos Coll marcó el único gol olímpico en la historia de los mundiales. Afortunadamente para nuestra esperanza, de cara a Rusia, la situación deportiva ha cambiado.

Casi nadie se aburre de ganar, una de las pocas personas que lo hizo fue precisamente el colombiano que nos enseñó el camino de la gloria deportiva: Antonio Cervantes Kid Pambelé, un boxeador de leyenda, de quien el periodista Juan Gossaín dijo que le había puesto dinamita a los pies de su propia estatua. Cuando su reinado en el boxeo tenía tintes de dictadura, decidió que si nadie podía vencerlo, lo haría él mismo; por eso dejó de entrenarse con rigor y permitió que los rivales recortaran la ventaja natural que siempre les había tenido. Después de Pambelé, los ciclistas, los patinadores, los atletas, los pesistas y un largo etcétera le han dado gloria deportiva al país, el más reciente triunfo fue en los Juegos Suramericanos de Cochabamba, Bolivia.

Pese al resultado del primer partido en el Mundial de Rusia, el fútbol puede convertirse en un bálsamo para la situación de un país que ha tenido que luchar y superar situaciones tan difíciles como la violencia generada por el narcotráfico, el conflicto con las guerrillas y los paramilitares. Además, se puede mostrar el gran momento de una generación de jugadores brillante. David Ospina mostró que sigue siendo una garantía; Santiago Arias acaba de ser elegido mejor jugador de la liga holandesa y seguramente esta temporada cambiará de club; se espera el regreso de un líder natural: James Rodríguez, quien vuelve al mundial después de haber sido goleador en 2014 y está precedido de una brillante temporada con el Bayern de Munich; adelante, ilusiona la revancha de Radamel Falcao García, quien se perdió el Mundial de Brasil por una lesión a pocos días de la pasada cita mundialista y tiene la necesidad natural de marcar en una copa del mundo.

En el Mundial de Estados Unidos 1994, después de haber goleado a Argentina 0-5, Pelé (cuyo talento futbolístico es inversamente proporcional a su capacidad predictiva) puso a Colombia como favorita. En esa ocasión, la confianza excesiva, la falta de una cultura más profesional por parte de algunos jugadores e incluso la suerte jugaron un papel determinante para que la selección cafetera fuera devuelta en primera ronda. En Rusia, hay un gran optimismo con los colombianos, nadie cree que puedan ser campeones del mundo, pero un buen papel en la cita mundialista serviría para darle una alegría necesaria a su pueblo. Vale la pena insistir en que no fue un buen comienzo, pero la imagen de todos los jugadores cantando el himno emocionados, con los ojos cerrados y la sonrisa del niño que cumple un sueño, las tribunas vestidas de amarillo, con más de 60 mil colombianos, y la imagen dejada en el primer tiempo, cuando a pesar de tener un hombre menos y estar abajo en el marcador, se pudo empatar el partido, dejan abierta la esperanza.


Andrés Puerta es profesor de la Universidad de Medellín, Colombia.

#SomosRusia2018 es un proyecto transmedia donde se cuentan historias sobre el Mundial Rusia 2018 y une a siete universidades de cuatro países: Universidad de San Martín de Porres (Perú), Universidad Abierta Interamericana (Argentina), Universidad de Palermo (Argentina), Universidad de Medellín (Colombia), Universidad del Rosario (Colombia); Universidad de Sevilla (España) y la Universidad de Castilla–La Mancha (España). Síguenos en FaceboookTwitter Instagram.

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