Por: Diego Salazar
“Si en el fútbol no tienes esperanzas, es porque entonces no te gusta el fútbol”, así definió un Mauricio Chávez, hincha de la barra ‘La Blanquirroja’ cuando le preguntaron por qué se convocó a un ‘banderazo’ frente a la Videna el pasado miércoles, y todo por una Selección que está en la cuerda floja en las eliminatorias. Todas las razas, todas las clases sociales se reunieron como iguales motivadas por un solo sentimiento: expresar su apoyo a un equipo que depende de sí mismo para llegar a un Mundial.
Convocatoria por redes sociales. Un dato se esparció entre todos los cibernautas. “Banderazo”, “Miércoles 04”, “5pm”, “Videna”. Eran las palabras clave para entender que el apoyo y el respaldo se podían materializar. En la Villa Deportiva Nacional (Videna), cerca de 400 hinchas a asistieron a una serenata para demostrarle al ‘equipo de todos’ que la esperanza y la ilusión no muere hasta disputar el último punto en la eliminatoria.
Pronto sonaron las tarolas que prendían el ánimo a los asistentes. Los bombos anunciaban el clima de fiesta que se venía. Las trompetas le daban ritmo a los coros de fervientes hinchas vestidos de rojo y blanco que seguidamente saltaban con locura para hacer sentir su voz hasta los camerinos del estadio Alberto Gallardo, lugar donde la Selección entrenó antes de concentrarse en la Videna. La armonía de los instrumentos musicales y las voces multiplicadas calentaba la hora en que cae la noche en Lima. La avenida Aviación era escenario de una serenata al ‘equipo de todos’.
La prensa deportiva estaba presente acompañando y registrando las incidencias en el evento. Fotógrafos profesionales y aficionados entraron en acción. Camarógrafos empujaban para encontrar el mejor sitio entre el tumulto que les permitiera la mejores imágenes. Reporteros practicaban sus ‘gorros’ y leían su texto para salir pronto en vivo, y los más conocidos y/o queridos repartían autógrafos y posaban para la foto junto a la gente.
Caía la noche en la avenida Aviación, y los hinchas enfrentaron la oscuridad con luces rojas y chispas del mismo color para iluminar el ambiente. Detrás del núcleo de fanáticos que rodeaban los instrumentos se esparcía una humareda que enseguida envolvió a los casi 400 asistentes que, contagiados por el fervor a una camiseta, entonaron a viva voz los pegajosos cánticos interpretados por “La Blanquirroja”, organización de hinchas de la Selección peruana que convocó el evento.
La emoción estalló cuando a lo lejos se aproximaba un bus blanco y rojo lleno de publicidad que traía a los protagonistas de la fiesta (los jugadores de la Selección). En ese momento, los fanáticos, extasiados por la llegada de sus ídolos, cantaron y reventaron cohetesillos esperanzados en que alguno de los jugadores saludara por las ventanas polarizadas del bus oficial de la Selección. Aunque, en ese instante los futbolistas no se asomaron a ver el espectáculo, la barra no dejó de alentar con canciones nuevas y ritmos más fuertes.
Después de unos minutos, se abrieron los portones de lata de la Videna para la salida de todo el elenco de jugadores encabezados por el técnico Sergio Markarián. Pronto los periodistas burlaron el cerco que impedía el acceso a las puertas del reciento. Los policías no dejaban que nadie se acerque a los jugadores. La gente empezaba a gritar los nombres de sus figuras: “¡Pizarro!” ,“¡Paolo!”, “¡Vargas!”, “¡Farfán!”.
Emocionados y agradecidos, los receptores de la fiesta saludaron con las manos en alto el gesto de apoyo de los hinchas conformados, en su mayoría, por jóvenes nacidos en los ochentas y noventas que se reunieron movidos por una misma pasión y una ilusión que hasta ahora solo los adultos tuvieron el privilegio de apreciar y disfrutar: Ver al Perú en un Mundial.
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